Al tomar una decisión generalmente
pensamos que sólo hay dos alternativas entre ellas las cuales podemos elegir.
Esta forma de ver las cosas -llamada maniqueísmo- simplifica en forma
artificial las decisiones haciendo parecer que frente a un problema no hay
mucho que pensar. Pero en la vida real nos encontramos con una gran variedad de
opciones, cada una de las cuales es necesario explorar y analizar.
La mayoría de las personas reducen
sus posibilidades de decisiones a solo dos alternativas, pero hay quienes
buscan por lo menos una tercera opción.
Una buena decisión implica
considerar todas las alternativas y sus consecuencias.